¡Es tiempo de vendimia!
En septiembre y octubre sopla un aire angelical sobre los viñedos, es tiempo de cosechar las buenas uvas que se fueron tostando a lo largo del verano. Un período fatídico para los viticultores, estrés y alegría al mismo tiempo, cuya finalidad es vendimiar en las mejores condiciones. Comienza la cuenta atrás…
Saber interpretar la uva – Determinar su madurez
Los viticultores, como si fuesen adivinos con sus bolas de cristal, determinan y deciden la mejor fecha para empezar la vendimia. Adquieren su don mediante experiencia y análisis.
Pocas semanas antes de la cosecha, las uvas son minuciosamente examinadas para conocer el nivel de azúcar y acidez, y probadas por finos paladares.
Los viticultores apuestan por la mejor fecha para cosechar las uvas maduras teniendo en cuenta además las previsiones meteorológicas.
Saber adaptarse a la naturaleza – Vendimiar
Una vez anunciada la fecha de la vendimia, el tiempo apremia y los viticultores dependen de él. De hecho, el agua es el enemigo del buen vino… ¡ojo con la lluvia!
La elección de una vendimia manual o mecánica depende de las condiciones y de las elecciones del viticultor.
Las uvas son valiosas y deben cosecharse con mimo y llevadas lo antes posible a la bodega para poner en marcha el proceso de vinificación.
Saber festejar el final de las vendimias – Tiempo de amigos
La vendimia es una labor ardua, pero sociable, ¡especialmente al finalizar la cosecha que culmina con un almuerzo tradicional y cánticos!
¿Y después qué?
Las uvas se maceran o se prensan según el tipo de vino y tardan hasta primavera en vinificarse. Los viñedos descansan hasta diciembre. Las hojas caen para después realizar la poda. En cuanto a los viticultores, ¿cuándo descansan ellos?